¿Suele vomitar su hijo varias veces a la semana pero no parece estar enfermo de lo contrario? Sorprendentemente, esto es una ocurrencia común en niños más pequeños. Algunos niños pequeños vomitan cuando tienen una rabieta o simplemente lloran. Otros vomitan cuando tienen demasiada comida en la boca. Y algunos vomitan sin ningún motivo conocido.
Lo que podría estar causando vómitos en un niño pequeño
Si los episodios de su hijo son poco frecuentes, probablemente no sea un simple reflujo.
Pero aquí hay algunas otras causas posibles:
- Sensible reflejo nauseoso. Su hijo puede tener un reflejo nauseoso sensible.
- Alergia o intolerancia a los alimentos Una alergia o intolerancia a los alimentos podría ser otra causa, especialmente si puede relacionar el vómito con algo específico que su hijo está comiendo.
- Retraso en el vaciamiento gástrico. Los niños con retraso en el vaciamiento gástrico tienen tiempos de vaciamiento gástrico más lentos que otros niños. Eso significa que las cosas que comen y beben permanecen más tiempo en el estómago y explica por qué pueden vomitar la cena de la noche anterior a la mañana siguiente. Esta condición a veces se trata con el medicamento Reglan, aunque muchos padres informan que sus hijos tienen efectos secundarios al tomarlo. Otra opción es el antibiótico eritromicina, que aumenta el tiempo de vaciado gástrico.
Lo que un padre puede hacer para ayudar a prevenir que un niño peque el vómito
- Pregunte sobre las pruebas. Pregúntele al pediatra de su hijo si es una buena idea que se realicen más pruebas, como una radiografía de bario de la serie GI superior. Durante este tipo de examen, el niño ingiere un líquido que contiene bario, que se extiende a las paredes del esófago y el estómago. Luego, este recubrimiento aparece en una radiografía y permite al médico buscar cualquier anomalía, como estenosis, úlceras, hernias de hiato, erosiones o tumores.
- Mantenga un diario de síntomas. Aquí es donde registra la fecha y la hora en que vomita, lo que estaba haciendo justo antes de que sucediera (como comer o llorar), lo que tuvo que comer y beber por última vez, y la fecha y hora de su última alimentación.
- Obtener una segunda opinión Si no se siente cómodo con lo que dice el pediatra de su hijo, podría considerar obtener una segunda opinión de un gastroenterólogo pediátrico. Las señales de advertencia que harían aún más importante una segunda opinión incluyen si no está subiendo de peso o está perdiendo peso, a menudo es quisquilloso, no se está desarrollando normalmente o si sus síntomas comienzan a aparecer con mayor frecuencia.